Montevideo, 2 abr (EFE).- Ni santos ni vírgenes aparecen en el calendario de Uruguay, país laico por Constitución y con la cuota de católicos más baja de Latinoamérica, por lo que oficialmente la semana no es Santa, sino de Turismo, aunque muchos la conocen como Criolla o la de la celebración de la Vuelta Ciclista.
Redacción LaRepública.ec | 02 de abril de 2015
“Oficialmente desde hace casi 100 años se llama Semana del Turismo. Es parte de una realidad plural y laica en la cual los católicos uruguayos damos testimonio de nuestra fe, salimos a nuestras calles, venimos a nuestras iglesias pero en diálogo con los otros uruguayos que están celebrando otro tipo de semanas”, explicó hoy a Efe el cardenal y arzobispo de Montevideo, Daniel Sturla.
Del mismo modo, el 25 de diciembre es el “Día de la Familia” o el 6 de enero el de “los Niños” y solo son festivos no laborables cinco al año -casi todos relacionados con capítulos históricos- o seis, si el año coincide con la asunción, el 1 de marzo de cada lustro, del nuevo Jefe de Estado.
Según el Latinobarómetro “Las religiones en tiempos del papa Francisco”, publicado en 2013, Uruguay es el país con menor porcentaje de católicos de América Latina -el 41 % de su población- y el que tiene mayor tasa de ateos y agnósticos, un 38 % de los ciudadanos.
No obstante, la Constitución reconoce que todos los cultos religiosos son libres en Uruguay, pero que el Estado no sostiene religión alguna.
“Es verdad. Pero esto a nosotros no nos asusta ni nos achica. El tema es dar testimonio de la fe con alegría en medio de una sociedad plural y laica donde nosotros creemos de verdad que es necesario Jesucristo, porque parte de esta realidad uruguaya sin duda está marcada negativamente por un laicismo que fue muy fuerte y que ha dejado a las generaciones de ahora con un gran vacío espiritual”, añadió Sturla.
Fue el presidente José Batlle y Ordóñez (1903-1907 y 1911-1915) el gran impulsor de la separación de la Iglesia del Estado, momento desde el cual el catolicismo perdió gran parte de su influencia en el ámbito público del país.
“Declárese feriada, con el nombre de Semana de Turismo, la sexta semana siguiente a la de Carnaval”, decía uno de los artículos de ley de 1919 que fijaba los días de fiesta, sin ningún cariz religioso.
También se determinó, por ejemplo, que el 8 de diciembre, día de la Inmaculada Concepción, fuera bautizado como “el día de las playas”.
Como explica Susana Mallo, socióloga de la Universidad de la República, a esa época se remontan también las leyes “más progresistas”, como el derecho al voto femenino o al divorcio. “Todo muestra un laicismo, una separación Iglesia-Estado que se ha mantenido a lo largo de todo este tiempo”, añade.
Durante la Semana Santa cristiana, en el país sudamericano se desarrollan varios acontecimientos sociales como la Vuelta Ciclista del Uruguay, la Semana Criolla, que conmemora la cultura rural con las clásicas jineteadas o la Semana de la Cerveza en la ciudad de Paysandú (oeste).
Sin embargo, esto no quiere decir que no se celebren actos religiosos dedicados a conmemorar la Pasión y Muerte de Cristo.
“No hay esa tradición que podría haber en otros países pero también la Iglesia está muy viva y presente”, agregó el cardenal, poco después de oficiar en la Catedral de Montevideo la misa crismal de Jueves Santo, con una importante afluencia de devotos.
No obstante, estos días ciertos aspectos culturales vinculados a lo religioso se mantienen en la práctica popular como costumbres heredadas de antaño, como sustituir carne por bacalao el viernes o la ingesta de roscas y huevos de pascua.
La enorme e “importantísima migración española” que llegó al país desde mediados del siglo XIX pudo influir, según Mallo, en el arraigado de costumbres, “algunas muy hermosas, como el bacalao. Y una gran cantidad de nosotros somos descendientes de españoles”, recuerda.
El 1 de enero, el día de los Trabajadores (1 de mayo), la Jura de la Constitución de 1812 (18 de Julio), la declaración de la Independencia (25 de agosto) y el día de Navidad o de la familia (25 de diciembre) son las cinco jornadas festivas al año que el país sudamericano mantiene como asueto laboral.
A estas se suma otra buena cantidad de días considerados festivos laborables, como el lunes y martes de carnaval o el día de los difuntos (2 de noviembre), en los que son las propias empresas las que deciden si permiten a sus empleados no acudir a trabajar. EFE [I]