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Cientos de jóvenes de otras ciudades y provincias estudian en Guayaquil y residen solos. Cuidar de sí mismos y sus hogares les da lecciones diarias.

Arriendan departamentos que ellos mismos deben cuidar; usualmente no desayunan porque no les da el tiempo para prepararse algo; y a la hora del almuerzo comen en la calle o algún enlatado en la casa. Cuando se enferman, les toca automedicarse o, si los tienen, recurren a familiares que residen en la ciudad para que los lleven al médico o al hospital. Se ocupan del lavado de su ropa, del aseo de la vivienda, de pagar los servicios básicos. Y, por supuesto, de cumplir con sus estudios.

Así es la vida de Paulina Ruiz, Silvia Solís, Gabriel Hidalgo, Paúl Ávila y otros cientos de estudiantes universitarios que se han radicado en una ciudad lejana de sus sitios de origen, para seguir una carrera profesional. Solos.

Al principio lo más difícil es adaptarse. Por partida doble: llegan a una ciudad extensa, muy poblada y con ambiente diferente; y sin la compañía y el apoyo directo de hermanos o padres.

Haberse perdido en la ciudad por confundir una calle o por tomar un bus equivocado es una de las anécdotas iniciales obligadas.

Las otras son las horas de nostalgia por los seres queridos y la sensación de soledad.

Paulina tiene 21 años de edad y estudia Odontología en la Universidad de Guayaquil. Proviene de la provincia de El Oro y lleva cuatro años en esta urbe. Para ella, vivir sola es todo un desafío: además de estudiar, desde que llegó labora los fines de semana en una cebichería. Eso le impide viajar con frecuencia donde sus familiares. Pero ese empleo la ayuda a cubrir sus necesidades, sumado al apoyo económico que recibe de sus hermanos mayores, pues sus padres son fallecidos.

Aunque cuenta con los artefactos necesarios en casa como cocina, lavadora o servicio de Internet, las tareas del departamento a veces tienen que esperar. O eso creía ella, pues en cuatro ocasiones le cortaron el servicio de energía eléctrica por haber olvidado el plazo de su cancelación. Esa era una tarea que no le tocaba cuando vivía en su casa familiar.

Paúl Ávila es de Cotopaxi. Estudió el primer año de Medicina en la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil, que es privada. Le tocó pasar apuros porque su presupuesto no le permitía cubrir todos sus gastos. Pero luego pudo postular y cambiarse a la Universidad de Guayaquil.

Vive cerca del estadio Alberto Spencer, en un departamento pequeño, donde cuenta con una cama, nevera y cocina. Cuando tiene oportunidad y el tiempo necesario, se prepara algo en su departamento. Pero lo común es que salga a los alrededores del sector a comprar comida rápida.

Hace compras una vez cada dos semanas y su ropa la lava a mano. En sus tiempos libres lee y en pocas ocasiones se divierte con sus compañeros de aula. Suele viajar a su lugar de origen una vez por mes o en los feriados.

“El sistema económico de un estudiante es muy limitado, por eso decido viajar pocas veces”.

Pero tras superar la adaptación y fijarse un objetivo especial, los resultados compensan el esfuerzo. Como si fuera una materia aparte en su carrera, que resulta más difícil en los años iniciales, pero que también deben aprobar.

Un ejemplo de ello es el caso de Silvia Solís, quien proviene de Los Ríos, tiene 23 años y seis en esta ciudad. Estudia Medicina en la Universidad de Guayaquil.

Estar lejos de los suyos y ser una persona apegada a sus padres fue lo más difícil en los primeros meses. Pero el afán de obtener buenas calificaciones la llevó a imponerse muchos desvelos. Como resultado obtuvo varios diplomas por año y está entre los mejores promedios de egresados. Ahora realiza el internado en el hospital Teodoro Maldonado Carbo y es la coordinadora general de todos los internos.

Incluso, algunos jóvenes como Gabriel Hidalgo, de 24 años, quien vino desde Los Ríos a estudiar Ingeniería en Producción y Dirección de Artes Audiovisuales en la Católica, terminan no solo acostumbrándose, sino tomándole gusto al hecho de vivir solos.

Aún no cuenta con un empleo estable, sino que hace trabajos ‘freelance’, lo cual lo ayuda a cubrir parte de sus gastos y le evita mayores apuros económicos. “Por ahora mi principal prioridad es conseguir el título”, dice.

Ya adaptados, empiezan a ver las ventajas. “Por ejemplo, el día que quieres, te quedas durmiendo sin que nadie te moleste”.

La ‘Estatal’

En la Universidad de Guayaquil, en 2016 los alumnos de otras provincias constituyeron el 21 % de sus casi 60.000 estudiantes.

Universidad Católica

En el semestre B, de 2016, hubo 4.084 alumnos de otras provincias. El 30,51 % del total de matriculados.

La Espol

En el 2016, de 1.483 nuevos estudiantes, el 66 % era de Guayas; 9 % de El Oro; 5 % de Manabí; 4 % de Los Ríos; 3 % de Pichincha; 3 % de Santa Elena y en el 10 % de otras siete provincias.

Redacción Expreso

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