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Esto plantea nuevos retos a los reguladores del sistema financiero, pues se pueden presentar riesgos globales, sólo que no desde los jugadores tradicionales en el mercado.

Imagínese un banco que presta US$1.000 millones a pequeñas empresas en 12 meses, posee US$150.000 millones en bonos corporativos, administra el mayor fondo mundial del mercado monetario, ofrece pagos móviles y tarjetas de crédito y da a los clientes saldos en efectivo que pueden recargarse a través de miles de acogedoras tiendas físicas.

Excepto que no es realmente un banco, sino una firma tecnológica.

Google ofrece pagos; Apple. invierte su efectivo en valores de empresas; Amazon presta dinero y ofrece saldos en efectivo para las tiendas; Alibaba administra fondos de clientes como un administrador de activos. Muchos parecen bastante cómodos sacando la mejor parte de las finanzas sin asumir realmente la carga de ser un banco autorizado.

Como es de esperar, los bancos no están contentos con esta situación. El máximo ejecutivo de Barclays Plc, Jes Staley, predijo en octubre que la tecnología sería un campo de batalla para las finanzas en los próximos 15 años e instó a los reguladores a que «extiendan su alcance» y nivelen la cancha de juego. Las firmas financieras están haciendo lobby contra una solicitud de Square Inc., una startup de tecnología financiera administrada por el cofundador de Twitter, Jack Dorsey, para ser regulada como una corporación de préstamos industriales, un paso intermedio entre un banco y una firma no bancaria.

Hasta cierto punto, los banqueros tienen un argumento. Cuanto más crecen y se expanden las empresas de tecnología, más alertas tienen que estar los reguladores a riesgos sistémicos planteados por entidades no bancarias que podrían afectar a mercados financieros más amplios.

Apple posee más deuda corporativa que los mayores fondos de bonos del mundo; el afiliado financiero de Alibaba ahora está siendo controlado después de aumentar excesivamente de tamaño. El Consejo para la Estabilidad Financiera está estudiando cómo las empresas tecnológicas administran su efectivo como parte de su informe regular sobre activos de banca no regulada. Este cuadro ayuda a explicar por qué están analizándolo.

Pero los reguladores también deberían ser cautos respecto de intervenir demasiado. Una de las razones por las que las finanzas no reguladas son tan populares es la ola de reglas que se introdujeron después de la crisis financiera diseñadas para reducir la industria bancaria. Si el riesgo se está extendiendo a través de actores no sistémicos que es poco probable que necesiten un rescate del gobierno si las cosas van mal, ¿cuál es el problema? Las firmas tecnológicas, junto con los fondos y las aseguradoras que ofrecen préstamos directos, están llenando un vacío dejado por los bancos; sin desestabilizar el sistema, estima Norm Champ, socio de la firma de abogados Kirkland & Ellis. Es poco probable que vayan mucho más lejos por el momento.

Además, ¿están los bancos tan seguros de que los reguladores se pondrían de su parte? Los reguladores podrían considerar que los bancos y las entidades no bancarias deberían ser igualmente libres de ofrecer servicios financieros tal como ofrecen comestibles o libros, ya sea que se trate de Square, Walmart Inc. o Barclays. Los bancos pueden tener la ventaja de la confianza y la experiencia en asuntos financieros, pero en una guerra abierta que enfrenta plataforma con plataforma, no todos saldrán ganando.

Las grandes compañías tecnológicas saben que tienen mucho que perder de una inmersión demasiado ansiosa en el mundo de la banca regulada (ingresos por publicidad de los bancos, para empezar). Y los bancos también deberían recordar que existe algo así como una competencia sana. Jugar en una cancha pareja podría ser más difícil de lo que creen.

Fuente:ElEspectador

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