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Este uno de los templos más importantes de la iglesia católica en Ecuador y anualmente recibe cerca de 100 mil peregrinos.

Azogues, Ecuador, (Andes). – En lo alto, sobre una pequeña colina antiguamente conocida como El Calvario, en la ciudad de Azogues de la provincia ecuatoriana de Cañar, se ubica el Santuario Franciscano, una monumental edificación hecha de piedra labrada traída del cerro Abuga y madera nativa de la parroquia Taday, que resalta en la parte más alta de la ciudad.

Este uno de los templos más importantes de la iglesia católica en Ecuador y anualmente recibe cerca de 100 mil peregrinos, la mayoría de ellos el 1 de enero, fecha en que se conmemora la coronación de la Virgen de la Nube, y el 31 de mayo, cuando se realiza la procesión de la también llamada ‘Patrona de los inmigrantes’.

Luego de subir por las armoniosas escalinatas conformadas por 407 peldaños, se puede observar el Altar Mayor, el cual se encuentra tallado en madera fina y cubierta con pan de oro. A lo largo del pasillo derecho unas ventanas permiten ingresar la luz natural, mientras que a la  izquierda penden cuadros con hermosas pinturas.

Entre rezos y oraciones de los devotos que diariamente asisten a este templo,  estaba Luis Saeteros, quien acudió a este sitio a pedir por la salud de su hermana María, quien vive en Nueva York. “Desde que éramos niños mis padres nos traían a la iglesia. Antes de irse, mi hermana vino a pedirle a la Virgen que le ayude y se encomendó a ella, desde entonces vengo a darles las gracias en nombre de mi hermana”, comentó a Andes.

Fue el 11 de julio de 1912 cuando el monseñor Manuel María Polit bendijo durante una misa rezada la primera piedra y con este paso simbólico se daba inicio a la construcción de lo que hoy es el convento y santuario de los padres franciscanos, en honor a la santísima Virgen de la Nube. Esta se habría aparecido en 1696 durante una procesión por las calles de Quito. Una virgen con el niño Jesús en brazos habría sido vista entre las nubes por el sacerdote José Ulloa y la Cadena, capellán del monasterio de la Limpia Concepción de la real audiencia de Quito.

Con la ayuda de mingas instauradas para después de las misas y la posesión definitiva de los franciscanos se fueron levantando de a poco los cimientos de este descomunal templo que con la bendición del atrio en 1964 culminaron una obra de ingeniería que evoca la fe Mariana del pueblo católico que duró cerca de 52 años.

La devoción a la Virgen de la Nube se ha extendido por el Ecuador y en diferentes países del mundo donde hay emigrantes ecuatorianos. Muchos de ellos antes de salir del país le encomendaron su viaje a la virgen también conocida como “La Madre del ecuatoriano ausente” y ella les permitió llegar a su destino.

Mientras colocaba una vela en la capilla, Piedad Loor quien llegó desde la Troncal, comentaba “La Virgencita es todo para mí, soy devota hace 24 años, pero esta es la primera vez que vengo con mi familia, acotó.

Un aproximado de 100 visitas diarias recibe este monasterio donde muchos de sus feligreses destacan no solo la majestuosidad de la construcción sino la bondad de los padres franciscanos quienes cada semana entregan víveres y comida a los más necesitados.

Por la connotación religiosa que representa, las procesiones a la Virgen de la Nube, a más de ser un acto de fe, se han convertido en un atractivo turístico que congrega aproximadamente a 40 mil peregrinos de todo el país.

  • cm/yp | LosAndes.inf.ec

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