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CÚCUTA, Colombia — La batalla por el liderazgo legítimo de Venezuela ha incluido mítines con miles de asistentes, diplomacia internacional y sanciones petroleras, pero ahora está enfocada en un cargamento, intensamente custodiado, de ayuda humanitaria.

La oposición venezolana, que ha tenido un mes de victorias en sus esfuerzos por desafiar al presidente Nicolás Maduro y tomar el control del gobierno legítimo del país, mandó a movilizar donativos de alimentos y medicinas en la frontera de su país con Colombia.

Su objetivo era que las provisiones ingresaran a Venezuela y así forzar un enfrentamiento con Maduro, quien ha rechazado la ayuda externa. Esto haría quedar mal al mandatario, según creen los líderes de la oposición, y reflejaría la habilidad que tienen para establecer un sistema de asistencia parecido al del gobierno en un país donde la crisis económica ha dejado a muchas personas hambrientas y enfermas, sin acceso a medicamentos.

Sin embargo, no se produjo la confrontación. En cambio, el gobierno de Maduro estableció un bloqueo improvisado, pero eficaz, a lo largo del puente fronterizo. Frenó en seco la iniciativa de asistencia, y dejó a la oposición y a su líder, Guaidó, en un punto muerto, a sabiendas de que cada día que pasa se socava su ímpetu para ganarse la confianza de los venezolanos y el reconocimiento de otros gobiernos, además de que devuelve al país a una situación en la que Maduro conserva el control.

“Todo el país está esperando para ver cuál será el siguiente paso de Guaidó”, dijo Carlos Andrés Arrueja, coordinador de la oposición en el pequeño pueblo fronterizo de Ureña, mientras marchaba para exigir la liberación de la ayuda humanitaria. “La posibilidad de que esto siga siendo un movimiento masivo depende mucho de él”.

El miércoles, Guaidó elevó la apuesta al declarar ante sus simpatizantes que abriría un “corredor humanitario” para permitir que la ayuda ingrese al país el 23 de febrero.

La promesa aumentó la tensión en la frontera, pues elevó las expectativas de ambos bandos y estableció una fecha límite para satisfacerlas. No obstante, los obstáculos en el horizonte son claros.

En un almacén fuertemente custodiado en Cúcuta, Colombia, donde han permanecido las provisiones desde hace casi una semana, los trabajadores empacaban bolsas con provisiones médicas o con aceite vegetal, harina, lentejas y arroz. En Miami y Houston se alistan más donativos para su envío.

A una corta distancia en auto, la barrera improvisada de Maduro seguía extendida a lo largo de los carriles del puente para bloquear el paso.

Freddy Bernal, el enviado de Maduro a la región fronteriza de Táchira, se refirió a la ayuda humanitaria como “basura” que “ni siquiera sirve para alimentar a un pequeño barrio miserable”.

Rodeado de seis guardaespaldas con chalecos antibalas, repitió los argumentos de que la entrega de provisiones era un ardid para desestabilizar el gobierno de Maduro. Bernal dijo que no había ningún enfrentamiento en la frontera.

“Aquí todo está completamente normal, hay paz y música folclórica”, afirmó.

Gaby Arellano, legisladora de la oposición que está a cargo del cargamento en Colombia, dijo que uno de los objetivos de la confrontación era obligar al ejército, que ha permanecido del lado del gobierno, a elegir entre la lealtad a Maduro y alimentar al pueblo venezolano.

“Lo que queremos es generar una presión popular para hacer ceder a los militares”, confirmó.

En los últimos días, los legisladores de la oposición han viajado a Estados Unidos, a Brasil y a una segunda localidad en Colombia para reunirse con las autoridades y hablar sobre el establecimiento de almacenes similares antes del 23 de febrero. El miércoles, un funcionario de la isla de Curazao dijo que su gobierno también participará.

En Cúcuta, los miembros de la oposición afirman que están considerando diversas opciones para introducir el cargamento, por la fuerza, a Venezuela.

Omar Lares, exalcalde de la oposición que vive en el exilio en Cúcuta, dijo que los organizadores quieren enviar a un grupo de venezolanos para que rodeen un camión de provisiones del lado colombiano de la frontera y lo acompañen hasta el puente. Del otro lado, una multitud de miles de personas estaría reunida con el fin de empujarlo a través de un cordón de seguridad, mover los contenedores que bloquean el puente y avanzar junto con las provisiones hasta Venezuela.

“Un grupo allá, otro aquí, y construiremos una inmensa cadena humana”, explicó.

Hace dos años, Lorena Valero, activista del lado venezolano de la frontera, organizó una protesta similar para que permitieran el ingreso de alimentos y provisiones. Afirmó que estaba dispuesta a participar de nuevo si Guaidó hacía el llamado para invadir el puente.

“No tenemos miedo, tenemos la certeza de que va a pasar”, declaró.

Sin embargo, los múltiples planes hacen que algunas personas se pregunten cuáles serían las consecuencias si la oposición no logra cumplir su promesa.

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“La oposición ha creado grandes expectativas y no está claro si tiene un plan para satisfacerlas realmente”, comentó David Smilde, analista de la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos. “Además, la oposición y Estados Unidos no han aclarado si esta ayuda, de permitirse su ingreso, mitigará de manera significativa la crisis humanitaria de Venezuela”.

Algunos venezolanos incluso han postergado la compra de medicamentos, pues esperan que los donativos estadounidenses lleguen pronto a través de la frontera, dijo Smilde.

El impulso que ha despertado estas expectativas ha logrado unir a la que había sido una oposición fragmentada y representa el primer desafío que ha enfrentado el gobierno de Maduro en años. Guaidó —quien ahora cuenta con el reconocimiento como presidente legítimo de Venezuela por parte de decenas de países— ha surgido como un líder. Además, el corredor de ayuda humanitaria le ha dado a la oposición un proyecto en común que promover.

No obstante, utilizar un cargamento de alimentos y medicinas para desafiar a Maduro ha suscitado la preocupación de las mismas organizaciones no gubernamentales que normalmente apoyarían esa iniciativa. Caritas, la rama caritativa de la Iglesia católica, y el Comité Internacional de la Cruz Roja, se han rehusado a participar, pues afirman que deben mantener una postura políticamente neutral.

Algunos diplomáticos e incluso estrategas de la oposición han cuestionado la viabilidad de organizar una operación tan compleja por mar y tierra en tan solo diez días. Hasta ahora, el equipo de Guaidó no ha revelado sus planes para lograr que las donaciones crucen la frontera, aunque sí han dicho que la ayuda incluirá 200 millones de dólares en donativos humanitarios provenientes de gobiernos y el sector privado, además del cargamento estadounidense.

Sin embargo, para quienes están en la frontera, persiste una sensación de emergencia. En un mitin de la oposición que se celebró el martes en la población venezolana de Ureña, las personas lucían animadas pero también dijeron que estaban impacientes por ver resultados concretos.

“No podemos dejar que esos contenedores se queden ahí por más tiempo”, dijo Linda Acosta, residente de Ureña. Fuente: The New York Time

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