Analistas advierten que una ruptura política con el alcalde debilitaría a Revolución Ciudadana en una de sus plazas más importantes.
Quito.- El distanciamiento entre el expresidente Rafael Correa y el alcalde de Guayaquil, Aquiles Álvarez, se profundiza tras el nombramiento del abogado Ramiro García como su defensor en el caso Triple A, y podría tener repercusiones a escala nacional para Revolución Ciudadana, advierten analistas.
El conflicto se agudizó luego de que Ramiro García —abogado y crítico del correísmo— asumiera la defensa de Álvarez. Correa reaccionó en la red social X, calificando de “vomitivo” el pronunciamiento del jurista, quien defendió su derecho a ejercer libremente la profesión. Acompañó su crítica con una imagen del abogado aparentemente dormido en una reunión.
Álvarez respondió que ese comentario era una falta de respeto, y defendió su derecho a escoger al abogado más adecuado. La controversia reveló tensiones acumuladas que no se limitan al caso judicial.
“El distanciamiento no empezó con este cruce reciente”, asegura el analista político Maximiliano Donoso-Muller, quien sostiene que la relación entre Álvarez y la dirigencia nacional del movimiento ha estado deteriorada desde hace meses.
Según su análisis, este tipo de tensiones también se ha presentado con otros alcaldes y prefectos, quienes perciben una falta de respaldo desde la estructura central de Revolución Ciudadana.
“El nombramiento de García no es una provocación ideológica, sino una decisión técnica que corresponde al derecho a la defensa”, indicó Donoso-Muller, aludiendo a que la reacción de Correa refleja una necesidad de control que choca con la autonomía de figuras locales.
Desde otro enfoque, la politóloga Sofía Guerrero advierte que esta confrontación refleja una fractura interna de fondo que podría debilitar al correísmo, especialmente en Guayaquil, una ciudad clave que fue arrebatada al Partido Social Cristiano en 2023.
“Si esta ruptura se consolida, RC pierde a su figura más relevante en Guayaquil”, sostiene Guerrero. Añade que Álvarez, sin el respaldo de la estructura nacional, tendría que buscar una nueva plataforma política para sostener su proyecto.
Ambos analistas coinciden en que la organización podría enfrentar dificultades en las elecciones seccionales si se mantiene esta división. Para Guerrero, la pérdida de Guayaquil afectaría la proyección nacional de RC; para Donoso-Muller, una ruptura con Álvarez y figuras como la prefecta Aguiñaga podría acentuar un vacío territorial.
Guerrero interpreta la designación de Ramiro García como parte de una estrategia pragmática y de posicionamiento independiente. “Álvarez no se alinea con la línea dura del correísmo y ha dicho que no responde a ninguna figura política. Su vicealcaldesa es de otro movimiento. Eso es una señal de autonomía”, explicó.
También subraya que Álvarez reconoció el triunfo electoral de Daniel Noboa, mientras la cúpula del movimiento alegó fraude. Esa diferencia, dice, marcó una separación que ahora se agudiza.
La eventual ruptura plantea riesgos para ambas partes. Revolución Ciudadana perdería presencia en la segunda ciudad más importante del país. Álvarez, sin estructura nacional, quedaría políticamente expuesto.
“El respaldo del partido es clave para una eventual reelección. Si rompe, debe construir desde cero”, concluye Guerrero.
Por ahora, no hay señales de reconciliación. El episodio revela una lucha por el control del discurso, las decisiones y los liderazgos dentro del correísmo. En el tablero político nacional, Guayaquil vuelve a ser el centro de una disputa con eco más allá de sus fronteras.
